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Ismael Serrano: “Hay una épica en nuestras vidas que es inspiradora”

El cantante y compositor presentará en Barcelona su nuevo disco ‘Seremos’

Una entrevista de Cristina Fernández-Rovira.

Ismael Serrano, el cantautor que llegó para renovar la música con mensaje e inundar con sus melodías las luchas del primer tercio del siglo XXI, estrena Seremos. Lo sublime de la vida cotidiana se hace canción en el último disco del músico madrileño, que vuelve a los escenarios después de las restricciones para contener la pandemia. A pesar de llevar 24 años viviendo de la música, Serrano confiesa tener síndrome del impostor y sentir que cada disco es una reválida. Sin embargo, el esfuerzo por mantenerse en la carrera da ahora nuevos frutos, en un momento de brillantez desprejuiciada que despuntaba en La Llamada y que en Seremos acaricia la plenitud.

¿Por qué se escribe una canción?

Porque tienes la necesidad de contar algo. Sientes la necesidad de expresarse. Para mí, la música tiene un efecto terapéutico que me ayuda a convivir con mis preguntas, con mis miedos. La sensibilidad del músico está sobrevalorada, a veces se dice que esto de componer canciones responde a un don, cuando en realidad es un déficit. Somos incapaces de convivir con ciertos miedos. Por ejemplo, somos incapaces de convivir con la renuncia, y por eso escribimos canciones, para rescatar del olvido las cosas y no perderlas, para sobrellevar la pérdida. Cantamos canciones para sentirnos acompañados. Tenemos un problema de autoestima y necesitamos que nos quieran, por eso nos subimos al escenario. El origen primero de la canción es la necesidad de comprender algo de ti o del mundo que se te escapa.

Decía el escritor Juan Marsé que los libros se escriben por resentimiento o por diversión, ¿hay algo de eso en su manera de encarar la composición de nuevas canciones?

Yo le canto a lo que me emociona, las historias de amor o desamor, los encuentros o desencuentros sentimentales o anímicos, pero también la visión de un mundo desigual y a veces, también, a ciertas heroicidades. Decía Pessoa que la poesía consiste en otorgar a lo cotidiano el misterio de lo desconocido y hay en lo cotidiano una poesía que no siempre somos capaces de ver, que te conmueve hasta el punto de empujarte a agarrar la guitarra o un papel y un lápiz para escribir una canción. Hay una épica en nuestras vidas que es inspiradora.

¿Cree que es algo así como un milagro laico ser cantautor y llevar en el mundo de la música 24 años, desde que salió su primer trabajo Atrapados en azul

Es un milagro sin duda, yo me siento sumamente agradecido. El hecho de haber podido cumplir el sueño de dedicarme a la música era algo difícil de creer. Es verdad que este tipo de música no las tiene todas consigo. Tengo la sensación de que mi carrera musical es como montar en bicicleta, estoy pedaleando todo el rato para que la bicicleta no se caiga y rara vez hay una cuesta abajo que te permita descansar. Es una sensación de esfuerzo continuo y de que cada disco es una reválida.

¿Se imaginaba poder vivir de la música cuando era más joven?  

Puestos a soñar, sí. Era algo que soñaba. Jugaba a imaginármelo como mi fantasía, pero es que he tenido la oportunidad no solo de dedicarme a la música, sino también de recorrer gran parte de Latinoamérica, España, de cantar con mis referentes, gente a la que admiro, tener experiencias maravillosas. He tenido mucha suerte y me siento un privilegiado.

“Nunca he hecho nada para complacer, pero siempre ha habido como una cierta actitud de estar a la defensiva en muchos aspectos, incluso puede que a la hora de componer también, como de tener que justificarse. Ahora me da igual”

Ismael serrano

Ahora llega su nuevo disco Seremos, después del último álbum de estudio, La llamada, que salió en 2014. ¿Durante estos siete años ha estado componiendo las canciones del último disco, o son más bien fruto del último año?

Durante estos siete últimos años estuve haciendo muchas otras cosas. Escribí canciones infantiles, algunas canciones para el directo que hicimos por los 20 años, también escribí cuentos, pero las canciones de Seremos son del último año. En la parte más dura de la pandemia fueron saliendo las canciones, creo que era una forma de conectar con la vida, que había quedado congelada. No fui capaz de hablar de la pandemia de manera explícita, aunque sobrevuela de alguna manera el disco. No fui capaz de hablar de las calles vacías, de no poder despedir a nuestros seres queridos, de no poder acompañar a los amigos en el duelo, de los aplausos en los balcones, de los hospitales desbordados. Todo eso no aparece de manera explícita, pero se habla de otras cosas.

¿Ha habido mucho descarte de canciones? 

No, yo no soy muy prolífico. No soy una persona que esté escribiendo todo el rato canciones. Escribo muchas cosas, pero canciones, no. Cuando me pongo a trabajar en un disco hago las 13 o 14 canciones que van en él, y tengo claro los temas de los que voy a hablar. Puedo dudar en una canción, pero no tengo veintitantas y luego elijo las mejores. Entiendo el proceso de escribir un disco como una novela. Es muy conceptual, requiere una mirada que te lleva a escribir las canciones que crees que necesita ese disco.

De Seremos se dice que es su disco de madurez, ¿es consciente de estar viviendo un momento de plenitud en su trayectoria?

Un poco sí, la verdad. No sé con qué tiene que ver, pero a veces pienso: ya podías haber llegado a este lugar cuando tenías 30 años, y es verdad que tengo buena claridad a la hora de abordar mis últimos trabajos. Quizá tiene que ver con que te vas liberando de prejuicios en muchos aspectos, con el aprendizaje natural de la vida, de ser permeable y de quererte un poco. Yo soy un tipo sumamente inseguro y lo sigo siendo. Saco el disco y soy un manojo de nervios. Más ahora, que creo que la pandemia hace que nos sintamos todos más frágiles. Con todo y con eso hay un punto de abandono: esto es lo que soy. Nunca he hecho nada para complacer, pero siempre ha habido como una cierta actitud de estar a la defensiva en muchos aspectos, incluso puede que a la hora de componer también, como de tener que justificarse. Ahora me da igual.  

Renovado, pero con la misma intención, sin perder la esencia de su música, ¿cree que el mensaje de sus canciones llega a las generaciones más jóvenes?

Sí, pero cada vez vivimos una realidad más líquida en la que fijar la atención cuesta más. Acceder a según que comunidades es más difícil. Las redes sociales han hecho posible un contacto directo, pero han acelerado las comunidades cada vez más cerradas en todos los aspectos. Desde el punto de vista político, el sesgo de confirmación hace que te rodees de gente que te dice lo que quieres oír y que no exista el debate desde el respeto; y desde el punto de vista cultural, también. Las comunidades son muy cerradas, el algoritmo te sugiere gustos afines y es difícil determinar qué es masivo, quizá lo que suena en la radio ya no es masivo, quizá los discos más vendidos no suenan en la radio, también existe gente que vende muchas entradas de conciertos y pocos discos, es todo volátil, difícil. Un directivo de Sony me comentaba que se ha perdido la transmisión de la música entre padres e hijos, ha ido disminuyendo. Creo que eso pasa porque existen menos lugares comunes en los que compartir esa música. El móvil ha cambiado muchos de nuestros hábitos y también nuestra relación con la música. El adolescente vive en su propio mundo porque genera su universo cerrado con el móvil y las redes sociales. No hay más prescriptor que el algoritmo y es más difícil llegar a los adolescentes e incluso trascender los nichos. Por ejemplo, ahora hacemos más contenido audiovisual porque la plataforma en la que más se escucha música es Youtube.

Lo que traen las redes sociales es una transformación muy importante en todos los ámbitos.

Incluso me pregunto hasta qué punto el algoritmo está determinando lo que creamos. Muchos hacen su canción en función de cómo se les vaya a posicionar en los buscadores, de cómo te trate el algoritmo a la hora de recomendarte. El algoritmo está influyendo hasta en nuestra expresión artística.

Volviendo a su último trabajo, se observa que en Seremos hay muchas colaboraciones con otros artistas, ¿tenía esa necesidad como de sentirse arropado en algunas canciones, de sentir el apoyo de otros músicos?

No fue premeditado, pero inconscientemente respondía a eso, a un deseo de sentirme acompañado. Yo no tengo ningún disco con tantas colaboraciones, canciones cantadas a trío, tantos duetos. Responde al momento. Por una cuestión de timidez soy poco dado a acercarme a la gente a la que admiro, tengo un síndrome del impostor muy arraigado. En este caso he sorteado todo eso porque me podía más la necesidad de sentirme acompañado.

En la sociedad en general, ¿falta ese sentimiento de apoyo mutuo?

Habría que ver, porque el problema es que tenemos una visión distorsionada de lo que es real y de lo que no. ¿Hasta qué punto las redes sociales son una muestra fiel de lo que es el sentir general?, a lo mejor la ciudadanía está en otra cosa. Durante la pandemia hemos asistido a actos de heroicidad muy emocionantes, como las comunidades de vecinos se han organizado para ayudar a los mayores, por ejemplo. Los sanitarios jugándose la vida, luego igual no hemos estado a la altura de su compromiso, pero estaban ahí. Sí es cierto que vivimos en una sociedad que tiende a la atomización, y las redes sociales fomentan la crispación porque genera un flujo de datos que es de lo que se nutre el negocio. Entonces, no le van a poner nunca freno a las fake news, a ese tipo de cosas. Habría otra forma de organizar las redes, pero no va a ser posible.

Precisamente, a través de las redes sociales, durante la pandemia, ofreció conciertos gratuitos, ¿fue una manera de aliviar las restricciones impuestas a causa del COVID-19?

Fue tremendamente útil para todos, fue terapéutico y se notaba. La emoción en los primeros momentos fue muy grande, vivíamos instalados en el miedo y necesitábamos algo que nos devolviese un poco la cordura, que nos anclase a la realidad y que nos devolviese el contacto con la vida. La música nos permitía poner algo de orden en un momento en que no sabíamos nada. El sentimiento de comunidad era más necesario que nunca. El concierto tiene eso, por eso es una experiencia insustituible. No es solo el hecho de ver al artista, sino experimentar esa sensación, ese ritual de compartir la emoción. El concierto online no dejó de ser un sucedáneo con respecto a un concierto normal, pero lo necesitábamos todos, incluido yo.

Pronto podremos de nuevo disfrutar de dos conciertos casi como los de antes, en Madrid y Barcelona, ¿los encara con más emoción por las circunstancias actuales?

Con lo llorón que estoy, van a tener que darme un bofetón y empujarme al escenario, como en la película Candilejas. Algo así van a tener que hacer conmigo. Casi me conformo con controlar los hipos y poder cantar media canción. Creo que va a ser emocionante, como todos los reencuentros, pero más en estas circunstancias, después de más un año sin poder vernos.

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Etiquetes: , , , , Last modified: 14 de juny de 2021
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